RECUERDO DE LAS FIESTAS DE MAYO.

En 2010 publicamos en el programa de las fiestas de San Fernando el siguiente texto que hoy queremos recordar. Aunque el final este año no pueda ser.  

 

Imágenes:  

Ignacio de Ries (atribuído). Hacia 1655-1665. Fernando III el Santo (la iconografía es previa a su canonización en 1671) 

Domenico Olivieri. 1752 Fernando VI. Madrid. Plaza de la Villa de París. (escultura ubicada originariamente en la Plaza de San Antonio, sustituida por la Mariblanca por Carlos III).  

 

SAN FERNANDO: DEL SANTO DEL REY A LAS FIESTAS DEL SANTO  

 

Fernando III el Santo, rey allá por el siglo XIII, vivió mucho antes de que se crease el Real Sitio de Aranjuez. Sin relación aparente entre el santo y el lugar ¿por qué se dedican las fiestas patronales de Aranjuez a San Fernando? Todo parece apuntar a un cúmulo y sucesión de acontecimientos. Para comenzar, San Fernando había sido elevado a los altares en el siglo XVII, fijándose su día en el santoral el 30 de mayo. La canonización,  promovida por Carlos II, escondía una motivación política: conferir justificación religiosa al poder. San Fernando se convierte en el patrón de la monarquía española. Era la figura idónea: había unido los reinos de Castilla y León, hito fundamental en la creación del Estado Moderno sobre la base de una conciencia geográfica, cultural e histórica de España.  

Transcurre el tiempo, y llega al trono Fernando VI, el rey que tiene en Aranjuez su sitio real predilecto, donde decide fundar una ciudad. Aquí pasa largos periodos del año, unas Jornadas de Primavera muy dilatadas en cuyo calendario cae el día de su santo. Es entonces cuando no sólo no tiene inconveniente en celebrar el día de San Fernando en Aranjuez (como podría haber sucedido en otro real sitio de haber sido otra la fecha) por todo lo alto, sino que hace de su fiesta el día más importante de las Jornadas.  

Una de estas celebraciones de “el Augusto Nombre del Rey”,  la de 1751,  se describe con todo detalle en la Gaceta de Madrid. Fue esta celebración la más numerosa en “público de distinción” que acudió a “ver los festejos dispuestos para aquel día…con esta precaución de orden de la Reyna nuestra señora, para que con la sorpresa causase mayor satisfacción…”. Estuvo dirigida por Farinelli: fuegos artificiales, teatro, falúas, música.  

 

Con la llegada de Carlos III (no podía ni ver a su hermanastro y antecesor, dicho en román paladino) el día de San Fernando se diluye en el marco de las Jornadas de Primavera. Habrá que esperar a la llegada al trono de otro Fernando (ahora el VII) para su recuperación. La reinauguración de la Plaza de Toros en 1830 permite incorporar los festejos taurinos a las Jornadas como había sucedido esporádicamente durante el reinado de Carlos IV.  

La fiesta ha dejado de ser cortesana y culta al modo de Farinelli. Ha adquirido un nuevo cariz, culto de otra manera. Con la fiesta de los toros se vira hacia una fiesta castiza (como entendieron castizo Valle y Umbral), arma de gobierno nada inocente, donde la aristocracia imita al pueblo, y el pueblo se siente por ello halagado. Pero es el primer paso en la participación de los vecinos. La fiesta taurina pronto logra despojarse de esta carga política para ser castiza en el sentido estricto del término: peculiar, propia de una cultura, la española.  

Al llegar a la época de Alfonso XII la corrida del día de San Fernando se ha convertido en un acontecimiento clave de las Jornadas de Primavera, a pesar de las idas y venidas de los regímenes políticos del siglo XIX, de los auges y decadencias de la Plaza de Toros. Pero lo que celebra Alfonso XII no es el santo del rey, sino el patrón de la monarquía recién restaurada. Las Jornadas poco a poco se ciñen al 30 de mayo: en 1892 aún se documenta la llegada de la Familia Real a una reducida “jornada de San Fernando”.  

La Corona acabará por suprimir las Jornadas. Es el momento en el que Aranjuez, aun sin la presencia de los monarcas, decide celebrar su jornada de mayo, arraigada ahora en el vecindario, que la ha hecho suya. Aunque el rey se vaya, no se acaban los días de Aranjuez, como se empeñaba Schiller en su Don Carlos, tiñendo aún más de negro la leyenda española. El Ayuntamiento toma el relevo en la organización de estas fiestas. En 1894 subvenciona la corrida de toros de San Fernando. En 1895, a través de una Comisión de Festejos, organiza un programa más amplio, en el que no faltan música, fuegos artificiales y ornamentos. Pero la corrida de toros del día 30 es el eje de las celebraciones, como casi sin excepción ha sucedido hasta el día de hoy.  

 

Desde los primeros años del siglo XX la fiesta crece en arraigo y empieza a conocerse fuera de Aranjuez. La prensa se hace eco de los festejos, donde ya la corrida de toros trasciende la fiesta local. En 1906 nos cuenta la revista Blanco y Negro “el día del Santo Rey Fernando III… es un día de extraordinario regocijo y de variadas y espirituales satisfacciones para los vecinos del Real Sitio  de Aranjuez, y también para los muchos madrileños, toledanos, conquenses y manchegos que suelen acudir al olorcillo del jolgorio y a la presencia de la corrida de toros, que todos los años se celebra allí … “  

En 1930, don Elías Tormo, el primer catedrático de la historia del Arte, dice sobre  Aranjuez: “El día de San Fernando (30 de mayo) día de toros muy clásico en su plaza, viene gran concurso de gente de Madrid”. A estas alturas los carteles de Aranjuez compiten y hablan de tú a tú con los de las Ventas de Madrid. 

Sólo faltaba hacer oficial esta fiesta de San Fernando, porque nada debe escapar a la burocracia y a las buenas formas (son los tiempos en los que también se quiere un escudo oficial). En la sesión ordinaria del Pleno del Ayuntamiento de 29 de enero de 1958 se declara como día festivo local el 30 de mayo, día de San Fernando: “con la declaración mencionada, se daría sanción oficial a una vigorosa tradición popular”.   

Quedémonos con “la vigorosa tradición popular” de las que tal vez sean las fiestas más auténticas por su arraigo en la historia de nuestra ciudad: una curiosa superposición de elementos, cultos y populares, religiosos y políticos que arrancan del siglo XVIII. Todos los pueblos de España tienen su santo patrón, pero en pocos coincide la fundación del lugar y el origen de su fiesta patronal. A día de hoy los ingredientes son los de siempre: música, baile, fuegos artificiales. Y toros, por supuesto. Y ganas de divertirse. 

 

Magdalena Merlos Romero 

Archivera Municipal 

 

 

 

Editado el 29/05/2020 en Facebook

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